Día de muertas

Se oyeron ruidos en el piso de al lado: cosas que se arrastraban por el suelo produciendo un sonido chirriante, golpes en las paredes que retumbaban como truenos. Pero desde que aquello ocurrió, allí no vivía nadie. Quizá hubiese un nuevo propietario; quizá éste estuviese emprendiendo una reforma. Julián se levantó de la silla. Cerró en el ordenador la página que contenía la noticia de la caravana de hondureños que atravesaba México y se dirigió hacia la puerta. Ésta de repente se abrió. «¡Papá!», oyó; y el fantasma de la niña asesinada tres meses antes se materializó en el umbral.

Acerca de Salvador Cortés

Escritura digital sin ton ni son
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